Autor: Lic. Carlos Fernández Balboa*

cfbalboa@gmail.com

 


¿Es correcto que la Comisión Nacional de Monumentos abandone su sede histórica en el Cabildo?

No sería correcto por la enorme perdida, no solo de lo simbólico que este espacio implica, sino que resulta una contradicción flagrante para quienes tienen la potestad de preservar la memoria identitaria que eso es -básicamente -el patrimonio. Creo que hay una concepción antigua en el seno de la Comisión donde se antepone el patrimonio construido; Es notable la cantidad de arquitectos que integran la institución en considerable falencia de sociólogos, antropólogos y comunicadores o incluso ambientalistas o ecólogos que podrían dar una mirada mas completa, más integral al concepto de Monumento y sus circunstancias en relación con el patrimonio. En ese sentido, se retrocedió muchísimo con la Comisión pensada y dirigida por Jorge E Hardoy que si tenia esta mirada interdisciplinaria. Tal vez desde un enfoque meramente “arquitectónico” el espacio del cabildo no sea mas que un lugar factico para utilizar y que puede ser reemplazado por otro. Indudablemente que esto no es así. Hay una afectación de la historia y de la memoria en esta acción. La historia como dominio erudito, más preciso y jerárquicamente dominante de nuestra memoria, donde toman cuerpo todos los objetos y los seres que nos afectan, y donde se despliega nuestra experiencia. Y es que sin duda ya no será lo mismo, referenciar o visitar la comisión de monumentos; y que -como insinúa Foucault, no será metafísica sino en la medida en que será memoria, y, necesariamente, volverá a llevar al pensamiento a la cuestión de saber que significa para el pensamiento el tener ya historia.

También resulta pertinente citar a Ruskin, padre de las políticas de restauración y preservación patrimonial: “No es con el sembrado de estatuas como se reunirá a los hombres en torno a la Patria, sino respetando las piedras del suelo nativo”.  En suma, menos declaratorias de papel y más valoración específica, concreta y también simbólica en actos para los elementos constituidos como patrimonio, del cual el Cabildo y la sede de la Comisión resultan de los más significativos a nivel nacional

 

 

¿Es correcto que se aloje en un palacio del barrio de la Recoleta? 

La opción no puede resultarnos inocente. La verdad que el concepto de la preservación del patrimonio ha sido considerado casi siempre -y también de manera equivocada- como una preocupación de las clases opulentas que tienen sus necesidades básicas satisfechas y por lo tanto pueden dedicarse a la colección de antigüedades o a vivir o poseer como segunda vivienda edificios de valor histórico arquitectónico. Esta decisión lleva a los confundidos sobre la importancia del patrimonio en todas sus manifestaciones (que es la gran parte de la sociedad) a reforzar esta teoría clasista.  Por otro lado, y desde lo que se ha comunicado desde el personal de la institución, la comisión iría a compartir espacio con otras reparticiones públicas, con la notable perdida de identidad y uniformidad de potencia institucional que esta decisión implica. Por otro lado, un palacio de Recoleta, esta lejos de representar simbólicamente, el espíritu de la argentinidad, o al menos, de la institucionalidad representativa de esa argentinidad.

 

¿Es riesgosa esa mudanza para el patrimonio documental del organismo? 

En relación con el comentario que he realizado en la pregunta anterior se presume que la comisión tendrá un lugar compartimentado y compartido con otras reparticiones o al menos, no tan unificado espacialmente como lo tiene en la actualidad. ¿Qué sucederá con el archivo documental que es absolutamente único y que en gran medida no se encuentra digitalizado? ¿Tiene un espacio asignado en el nuevo edificio? ¿Cómo será el servicio al público y a investigadores que deseen consultar ese archivo? Los riesgos de la mudanza resultan significativos, pero a la perdida de identidad de la institución se suma la perdida de patrimonio por el traslado en sí, (situación que siempre sucede, ya que estamos en Argentina y no en Alemania o Inglaterra) y de la reducción notable de posibilidades de tener mayor contacto con el público, haciendo mas invisibilizada aun la tarea cotidiana de esta Comisión.

 

¿Existen otras alternativas? 

No sabemos porque se desecha la opción más conciliadora, más sencilla en términos económicos (por traslado en cercanía de los bienes) y más coherente desde lo simbólico. La propuesta seria que parte de la Comisión (ya que se aduce un problema de capacidad de carga del edificio con el personal) pase a las oficinas de la cercana y muy representativa Manzana de las Luces. Este edificio y Monumento histórico en administraciones más cercanas a los intereses de la patria, había sido propuesto para albergar (en un anexo adaptado en el actual estacionamiento), a todas las instituciones públicas y privadas que trabajaban sobre el concepto de Patrimonio. De hecho, allí funcionaba -hasta la administración Macri-Avelluto- Instituciones no gubernamentales tan importantes como el CICOP (Centro internacional para la conservación del patrimonio) o el ICOM (International Council for Museum, sede argentina) que tenían en comodato oficinas y sendas bibliotecas donde el público interesado podía acercarse a través de cursos abiertos a la comunidad. La administración macrista no solo desalojo a estas instituciones y despidió a los excelentes guías de sitio que trabajaban hacia décadas en el lugar, sino que clausuro la Manzana al público, restringiendo fuertemente el horario de acceso a un espacio que -por sus características históricas y simbólicas- debería ser de uso público permanente. La actual administración cultural y de la Comisión aun no revirtió estas medidas del macrismo demostrando continuidad en los criterios de manejo de los sitios de Patrimonio, y desconsiderando a la Manzana como una oportunidad -en caso de que resulte insalvable la falta de espacio-, para el traslado del personal a otro sitio de igual valor patrimonial y de cercanía física y simbólica al Cabildo de la revolución de mayo. Suena bastante coherente que las políticas públicas en relación del manejo del Patrimonio Monumental no hayan cambiado desde el tsunami cultural, económico, ideológico y administrativo que sufrió la sociedad por parte del gobierno Macrista, porque las autoridades de la Comisión de Monumentos tampoco han cambiado.

 

¿Debe el Museo del Cabildo avanzar sobre los espacios de la Comisión Nacional?

Una exhibición museográfica requiere analizar los espacios como un elemento central para su desarrollo. Esto implica una planificación previa en muchos aspectos. La exhibición actual del cabildo aun no ha agotado todas sus posibilidades comunicacionales en el espacio que ya ocupa. Hay baches de información y vacíos espaciales en algunas de las salas. Por otra parte, desconocemos si se ha tomado la decisión de incorporar patrimonio al cabildo del Museo Histórico Nacional correspondiente al periodo histórico que el cabildo trata. De ser así, habría que incrementar las políticas de seguridad y de conservación del patrimonio material de las exhibiciones de todo el Museo. En suma, una ampliación de los espacios -para uso publico y no de oficinas- implicaría un cambio conceptual en toda la exhibición, para darle sentido a la exhibición. No imaginamos que este cambio tan radical tenga sentido. Por otra parte. y en el lugar de las autoridades del Cabildo como Museo, sería un orgullo y una ventaja con respecto a otros museos, compartir espacio con la Comisión de Monumentos, considerando la historia de esta institución en materia de preservación del patrimonio.

 

 

¿No hay posibilidad de formular un plan alternativo? 

Ya fue planteado como un posible plan alternativo del traslado del personal a la Manzana de las luces. Imaginamos que reveer las medidas tomadas y modificar decisiones aparentemente rígidas, demuestra plasticidad, inteligencia y no quedarse con la idea de sostener una idea que no tiene un 100% de aceptación entre el mundo técnico del patrimonio. Esto ayudaría a demostrar que se escucha a los que en apariencia están en contra, pero que en realidad desinteresadamente estamos brindando tiempo y experiencia en opinar sobre un patrimonio y una institución casi centenaria que consideramos de todos. Hay pocos ejemplos de manifestaciones de ciudadanos con conocimiento técnico que tengan un tono propositivo y que no escondan (como en este caso) segundas intenciones. Es de buen dirigente saber modificar posiciones cuando lo que prima es el bienestar general.

 

¿Qué se ganaría y que ganaría en el plano identitario y simbólico?

Me resulta muy difícil imaginar cual es la ganancia, más allá de algún despacho ampuloso en una casona de Recoleta como privilegio para alguna autoridad de segunda línea de la Comisión que ya ha demostrado en varias ocasiones escasa modestia. Pero más allá de estas mezquindades y como lo hemos planteado en el plano simbólico, identitario concretamente imaginamos que la medida lleva todo a perdida. La situación del personal técnico se convertirá en un desmembramiento que ira en conjunto con otros organismos de cultura, perdiendo notable visibilidad en el imaginario colectivo del ciudadano común.

 

 

 

 

 

 

¿Todos los edificios tienen la misma complexión, a la hora de albergar a una institución productora de memoria identitaria?

No todo es lo mismo. Algunos creemos que las personas, los lugares y los sentimientos no son reemplazables. En este caso, claramente, con los edificios suceden algo similar. No se trata de una cuestión de metros cuadrados, de disposición de espacios, servicios y comodidades. Si así fuera la solución seria la adecuada pero no lo es. La selección de lo que es patrimonial y lo que no lo es se constituye desde el poder o desde las bases. Resultara muy complejo que la sociedad identifique el nuevo espacio de la comisión. Siempre afirmo que hay dos clases de patrimonialistas. Aquellos expertos, eruditos, que tienen un conocimiento enciclopédico o exhaustivo sobre algún aspecto patrimonial (natural cultural o intangible) y aquellos que tienen algún conocimiento también, pero que les importa en igual medida la gente depositaria de esos bienes heredables. La diferencia no es sutil, ni menor y queda evidenciada en los discursos y en las acciones de ambos “bandos”.  Así como dos edificios no son lo mismo, estas dos miradas de abordar la preservación y el estudio del patrimonio, la “eminentemente técnica” y la que se inclina por como “conectar a ese patrimonio con la sociedad” que es su destinataria final, tampoco lo son. Me atrevería a decir que son dos formas diametralmente opuestas de ver la vida, aunque en el imaginario popular todos seamos “patrimonialistas” . Es obvio en qué lugar me sitúo y también en lo personal me siento más cómodo y prefiero la Avenida de Mayo al mejor Palacio de Recoleta.


 

*Carlos Fernández Balboa Es Licenciado en Museología y Magister en Educador ambiental, especialista en interpretación del patrimonio. Trabaja desde 1986 en comunicación, divulgación y estrategias de puesta en valor del patrimonio natural y cultural. Es el Museólogo del Parque Historico Cultural Guillermo Enrique Hudson de la Provincia de Buenos Aires. Además se desempeña en organizaciones no gubernamentales y como asesor de organismos del estado nacional; en museos municipales provinciales, nacionales y extranjeros en zoológicos, áreas protegidas como reservas naturales, parques nacionales y centros de interpretación, siendo el creador de varios de ellos. Como docente y gestor del patrimonio, se encuentra relacionado a universidades como la UADER de Entre Ríos, la Universidad de San Martín y la de Buenos Aires, como con distintas instituciones gubernamentales y no gubernamentales de Argentina y del extranjero. Es autor de 29 libros solo o en colaboración y más de 350 artículos de su especialidad. Realizó más de 40 exhibiciones museográficas en el país y en el exterior en España, Honduras, México, Uruguay, Venezuela y Chile.