Foto Leo Balistrieri

 

por Verónica Meo Laos

veronica.meolaos@gmail.com


 

Entrevista con Bárbara Togander, improvisadora, compositora, artista vocal

 

Hallar las palabras precisas que agoten el perfil de una artista multifacética es una tarea difícil. Puede ocurrir que, al intentar arribar a una definición, en realidad se caiga en una clausura que limite las múltiples aristas de una artista inclasificable y de espíritu inquieto que nunca renunció a dejar de ser sí misma.

 

Bárbara Togander nació en Suecia y reside en la Argentina desde su adolescencia. Su obra está signada por los lenguajes de  vanguardia y los cruces artísticos. Puede que esa inconformidad o su compromiso irrenunciable con la independencia creativa hayan convertido la trayectoria de Togander en una referencia indispensable para nuevas generaciones de artistas que se arriesgan como ella a remover la modorra de la escena musical vernácula.

 

Si bien el jazz es la base de su formación musical, Togander incursiona en el free, la música experimental y la improvisación libre. Actualmente incluye laptop y bandeja giradiscos en sus improvisaciones. Tarea ardua poner en palabras la trayectoria de esta improvisadora, compositora, artista vocal, actriz y amig(a) llena de energía cuya alegría recuerda los versos de Tuñón: “En cada acto adulto, la infancia nos vigila”. En diálogo con Revista Habitat, con ustedes, Bárbara Togander.

 

Hábitat: ¿Cómo te definís como artista?

Bárbara Togander: -Me resulta raro definirme. Definir parece, en mi imaginario, cercenar, limitar, como si al definirse unx perdiera la libertad de cambiar. Necesito saber que tengo esa libertad para conectar con lo que quiero hacer hoy y ahora.

 

H: Mirando en retrospectiva, ¿Qué coherencia encontrás en tu trayectoria?

B.T.: -El borde, estar en el margen de tal o cual género musical, romper los márgenes, la inestabilidad como motor, el movimiento constante de mundos sonoros que se desplazan, interrumpen y fraccionan. Un collage sonoro. Lo inesperado.

 

H: A propósito de la pregunta anterior, ¿Cuáles son los mejores recuerdos que tenés de tu carrera y con quiénes?

B.T.: Tengo muchos recuerdos muy queridos; mencionarlos todos sería una locura. No sé contestar esta pregunta..

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H.: Hace muchos años que nos conocemos. Desde que te conozco, te asocio con la libertad y el juego. ¿Tienen que ver estas dos palabras en tu carrera como artista? Y si es así, ¿De qué manera?

B.T.: -La libertad y el juego son fundamentales en mi relación con la música. De hecho en muchos idiomas tocar música se dice jugar; play music, jouer de la musique, spela musik, spiel musik. Lo lúdico es el punto de partida fundamental para expresarse libremente. El juego habilita, da permiso, no juzga ni pretende, nos permite romper con lo preestablecido, explorar.

 

H.: De todos los lenguajes artísticos que transitaste, ¿Con cuál o cuáles te sentís más cómoda para experimentar?

B.T.: -La música, por supuesto, y, dentro de ella, la voz por su enorme versatilidad. Más que cualquier otro instrumento me permite construir (y deconstruir) mil universos, intenciones, dinámicas. Lo más parecido a la voz en ese sentido es la bandeja giradiscos que también tiene la capacidad de ser una caja de Pandora. La improvisación es el género musical donde más cómoda me siento para poder salirme de los márgenes.

 

H.: Hablando de improvisación, ¿Para vos el lenguaje y sus significados qué importancia tienen? ¿Qué te gusta hacer con el lenguaje?

B.T.: -El lenguaje me obsesiona. La torre de Babel y la comunicación. Mis padres viajaban bastante cuando era muy pequeña y esa dinámica familiar duró unos 12 años, hasta que vinimos a la Argentina. Muchas mudanzas. Creo que esa obsesión viene de esa experiencia temprana de transitar por diferentes lugares, cambiando varias veces de idioma y se clavó en mí una relación musical con el lenguaje. La instancia de escuchar pero no entender, de intentar adivinar en la musicalidad que se quiere comunicar, luego la instancia de ese idioma en mi propia voz y cómo esa voz cambia cuando cambia el idioma (más grave, más aguda, los movimientos de las alturas en las preguntas, afirmaciones, descripciones). Lo que le sigue a eso, casi de manera orgánica, es la de-construcción del lenguaje, la fragmentación, lo roto, lo interrumpido, que se relaciona con las constantes mudanzas, cambios de casa, lugares, culturas , comidas, amigxs, afectxs, musicas, idiomas.

 

H.:  Mirando en prospectiva, ¿Qué tenés pendiente aún por hacer como artista?

B.T: -Siempre hay algo nuevo que se entromete y despierta curiosidad. Me gustaría seguir profundizando en lo digital, explorar lo visual en relación con lo sonoro y experimentar con eso. Lo sonoro y lo visual son universos indivisibles. Me gustaría hacer la película de la música que hago. Y armar un ensamble experimental de voces y tener un sello, y saber tocar el cello, y escribir, y…