A veces, el sol sale para todos

Sobre la base de un informe de BNEF, hasta hace poco la producción energética a partir de los rayos del sol sólo resultaba más económica que la aerogeneración en algunos puntos aislados del planeta.

Hay un cambio de tendencia en la relación entre costo y producción de las dos principales energías renovables a escala global. La generación eólica era hasta el momento más barata que la solar en casi todo el mundo (con excepciones puntuales, como es el caso de las naciones de Medio Oriente). No obstante, en los últimos tiempos esta realidad se está revirtiendo en la mayor parte de los países emergentes.
Según un informe elaborado por Bloomberg New Energy Finance (BNEF), por primera vez el aprovechamiento energético de los rayos del sol tiene –en promedio– un costo más competitivo que la instalación de molinos de viento dentro de 58 mercados no pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre los que figuran gigantes como China, India y Brasil.
El trabajo resalta la significativa reducción que experimentó el costo del megawatt por hora (Mwh) de origen solar en el transcurso de 2016. Mientras que durante el mes de enero se firmó en India un importante contrato para producir electricidad a u$s 64 por Mwh, en agosto se suscribió otro en Chile para hacerlo a u$s 29,1 por Mwh.
De acuerdo con el informe, este agudo descenso de precios obedece, en buena medida, a la proliferación y el perfeccionamiento de las plantas solares. Gracias a las crecientes inversiones en materia de construcción de nuevos proyectos e investigación tecnológica, los paneles solares han elevado exponencialmente sus niveles de eficiencia, lo que se viene traduciendo en menores costos por Mwh generado.
Este aumento de la rentabilidad sectorial, según BNEF, explica la mayor capacidad solar fotovoltaica instalada en 2016. A lo largo de la última temporada, el rubro adicionó unos 70 gigawatts (Gw) de potencia a nivel mundial, al tiempo que la energía eólica incorporó sólo 59 Gw.
Con respecto a los países de la OCDE, la generación solar aún resulta menos conveniente que la procedente de combustibles fósiles. Sin embargo, eso no significa que las grandes potencias no hayan sido las principales impulsoras del desarrollo de este mercado en los últimos siete años.

Expansión sostenida

Desde el comienzo de esta década, BNEF estima que la producción de energías renovables –sin incluir la hidroelectricidad– aumentó un 70% en todo el planeta. En las economías desarrolladas que integran el denominado G-20, la participación de estas fuentes energéticas dentro de sus matrices de generación de electricidad ya trepa a un 8% (casi el doble del 4,6% registrado en 2010).
Alemania encabeza con comodidad esta tendencia. En la nación gobernada por Angela Merkel las energías renovables representan un imponente 36% de la oferta eléctrica. Reino Unido, Italia y Francia, por su parte, generan más de un 19% de su electricidad mediante el aprovechamiento de los vientos y los rayos solares.
También deben destacarse los casos de Brasil y Australia, donde la presencia de las fuentes verdes en la matriz eléctrica llega a un 13% y un 11%, respectivamente.
El crecimiento del sector es claramente más lento en las dos mayores economías del mundo; es decir, en Estados Unidos y China. Aunque ambas naciones anunciaron recientemente importantes medidas de apoyo a la producción energética eólica y solar, su dependencia de los combustibles fósiles sigue siendo considerable.
En tanto, entre las naciones económicamente poderosas que menos progresos están experimentando en el segmento sobresalen los casos de Arabia Saudita y Rusia, cuyos niveles de producción de energías verdes continúan siendo ínfimos.

Más inversiones

Para Michael Liebreich, presidente del Consejo Consultivo de BNEF, las inversiones destinadas a promover la generación eólica, fotovoltaica, de biomasa, hidroeléctrica, nuclear, mareomotriz y geotérmica a lo largo y ancho del planeta vienen batiendo récords año tras año.
A decir del especialista, esto constituye una asombrosa respuesta para quienes esperaban que el boom de las energías limpias se detuviera o ralentizara su ritmo ante el descenso progresivo de los precios del petróleo, el gas natural y el carbón.
“La verdad es que las grandes potencias no dejaron de apostar por el sector y –gracias a la fuerte reducción en los costos del rubro y a los beneficios que sigue ofreciendo la producción energética local frente a la dependencia de los productos importados– se amplió significativamente la gama de países en desarrollo que hoy generan energía no contaminante”, celebró.

 

Fuente: Revista Petroquímica, Petróleo, Gas, Química & Energía