por Verónica Meo Laos

veronica.meolaos@gmail.com


 

 

Jorge Martín es músico, compositor, productor musical y docente egresado de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo de la cual, además es docente. Desde 1995 se desempeña como músico y compositor de diversas obras musicales, algunas de ellas de características sinfónicas, preparadas para puestas en escena, cine, audiovisuales e instalaciones.

Entre las obras desarrolladas, se incluyen composiciones de piezas para ballet contemporáneo, teatro, una extensa lista de musicalizaciones para clásicos del cine mudo, y obras de gran escala como un audiolibro, una ópera y un réquiem. Varios de estos trabajos fueron expuestos en México, Colombia y Perú.

 

Su obra sinfónica hibrida lenguajes de modo tal que las composiciones para orquesta convencional dialoga con soportes y recursos propios de  las nuevas tecnologías y los instrumentos electrónicos (síntesis, loop, fx, secuencias, samplers, etc.). siempre dentro de una estética contemporánea con recursos compositivos de contrapunto y minimalismo.

 

De manera paralela Martín alterna su obra sinfónica con un proyecto de música ciudadana contemporánea interpretadas en piano que comprende obras propias y  versiones de Piazzolla, Gardel y Gismonti, entre otros.

 

Es profesor titular de la cátedras de “Sonido y musicalización” (2007) en la Escuela Regional Cuyo de Cine y Video (ERCCV), “Sonido” (2017) y «Musicalización Audiovisual» (2019) en la Tecnicatura Universitaria en Producción Audiovisual (TUPA) de la Universidad Nacional de Cuyo en Mendoza, Argentina. En diálogo con Habitat se piensa a mismo como un compositor de música abstracta. Con ustedes, Jorge Martín.

 

 

Habitat: Sé que tu trabajo aborda diversos lenguajes artísticos. ¿Cuáles?

Jorge Martín: -Mi trabajo profesional tiene que ver con la música, desde la composición más que de intérprete, con una música más bien instrumental, totalmente abstracta y que se liga a ideas un poco más figuradas de otros lenguajes como puede ser la literatura, visuales, etc.

 

 

H: ¿Desde cuándo?

J.M.: -Desde el año 1994 aproximadamente

 

H: Contanos sobre tu docencia universitaria.

J.M.: – Soy docente en la universidad y así me gano la vida formalmente, no vivo del arte. Soy profesor de todo lo referido a sonido y musicalización dentro del lenguaje audiovisual en la Universidad Nacional de Cuyo y en la Escuela de cine, ambas de Mendoza.

La experiencia docente me resulta muy interesante y gratificante al menos en esos niveles. He trabajado en niveles no tan interesantes, una de las cosas es que te mantiene en una permanente situación de formación y actualización y, por otro lado, es muy interesante lo de poder aportar desde uno y su visión, el intercambio permanente con el medio.

 

H: Hablemos de tu obra. ¿Qué temas te inspiran? ¿Podríamos decir que te interesa el expresionismo y los lenguajes de vanguardia?

J.M.: -Lo de la inspiración es un verdadero misterio. ¡Qué bueno sería conocer la fuente y recurrir a ella! Pero, lamentablemente, no es así. Lo que sí podría decirte es que casi siempre hay un disparador, algo ajeno que me lleva a la idea. Siempre hay un texto, una imagen, un concepto, algo que me lo dispara, eso es así. Y también un poco decir y desmitificar eso de la inspiración y las musas, como decía Piazzolla. Creo en la inspiración pero más en la transpiración, la idea de disparo es muy vaga, después es todo trabajo y oficio

El expresionismo no es mi mayor adherencia, me interesa desde la búsqueda de un subconsciente o el buceo en lo abstracto, pero no así en la ruptura de la forma. Muchos de mis trabajos tienen una forma muy reconocible y hasta sencilla. No sé, no me molestan las formas pero tampoco me atrevo a decir que es un neoclasicismo. Me interesa mucho y, como pianista, tengo una gran admiración por el romanticismo. No sé, supongo que tomo un poco de aquí y otro de allá. Lo que sí creo es que todo tiene un corte muy minimalista, eso sí, y es lo que más me caracteriza y atrae. La vanguardia hoy no sé cuál es. Realmente se puede parecer tanto a una especie de esnobismo. No sé qué es hoy una vanguardia auténtica, es todo tan vertiginoso que se hace difícil definirlo para mí. Sí sé que no me interesa tocar con los codos y ese tipo de cosas que se esconden bajo un supuesto vanguardismo.

 

H: Contanos acerca de las obras donde combinás música en vivo e imágenes.

J.M.: Bien… Lo de combinar música e imágenes ha sido para mí algo muy natural siempre. Me considero, a mis 53 años, haber crecido junto con el lenguaje audiovisual y fue natural siempre la simbiosis de ambas cosas. No sé… Yo, cuando jugaba a los soldaditos, con la boca, además de los tiros le hacía una música, eso en principio. Después de grande comprendí que el combo es mucho más interesante y que la experiencia estética más completa, aparece como una especie de sinestesia donde las sensaciones se potencian, mezclan. Es el deseo de entrarle a todo de echar mano a un canal que la música en sí misma no puede. De hecho muchas veces esas visuales las género yo mismo y me gusta mucho la fotografía además. No sé siempre digo que a un artista verdadero le pica y se rasca por todos lados, esa idea renacentista de hacer y ser un poco de todo. Un párrafo aparte ha sido trabajar con clásicos del cine mudo, que es un laboratorio y desafío distinto, ya no tan libre, supeditado a una narrativa, a una guía.

 

H: ¿Tu trabajo te llevó a diversos lugares del país y  del exterior?

  1. M.: -No he recorrido tantos lugares con mi obra, pude mostrar en México y en Perú, pero no mucho más en cuanto a países. Sí he podido tocar en diversos espacios a nivel local. Para mí alegría, además de teatros y salas, he tocado en ferias, museos, edificios abandonados, iglesias y hasta en cementerios. Hago cosas tan diversas que los circuitos posibles son muchos. A pesar de esto es difícil llevar obra a otras provincias y países o al menos a mí me cuesta mucho.

 

  1. ¿Qué recogiste en cada una de tus presentaciones?

J.M.: -En todas recogí una sensación de llegada a la gente muy, muy grande, de haber estado a la altura de las expectativas y no haberlos tenido de rehenes ni cautivos. Siempre me fue bien en ese sentido. Como me dice una amiga siempre: “Vos tenes mucho éxito, lo que no tenés es fama!” (Risas) De verdad que lo más lindo es eso, que termina una presentación y la gente viene y te abraza y te dice algo, eso es lo más lindo que te puede pasar después de mostrar lo tuyo.

 

  1. Seguro tendrás alguna anécdota.

J.M.: -Mmmm… se me viene a la mente un concierto presentando un Réquiem que compuse, en un centro cultural hermoso, que tenía un predio verde inmenso y parquizado, al concierto lo habíamos planteado como una instalación y como nos habían sobrado unas cruces (que nos prestaron de un cementerio) las pusimos unos días antes en el predio a modo de promo. (Risas) Al otro día llegó un grupo de vecinos a quejarse que si acaso era satanismo y que se iban a quejar con el intendente

 

  1. Por último. ¿cómo te definirías?

J.M.: -Uff… Que difícil es autodefinirse. No sé (Duda). Un laburante de la búsqueda de la belleza, con esperanza de militancia en ella. No sé, las cosas me cuestan y no sé cómo serían. Y esto está buenísimo porque uno busca completarse y crecer, no me aburro. Por último, si todo lo anterior no sucede, maté el tiempo de la forma más bella que podía haber.