En el Muntref Museo de la Inmigración con sede en el Hotel de  Inmigrantes de Buenos Aires se exhibe desde el 6 de agosto con entrada gratuita, la muestra  “Del Mediterráneo Oriental al Plata, Cristianos, judíos y musulmanes”  que permanecerá abierta al público hasta fines del 2023, en el horario del museo:

de Martes a Domingo de 11 a 18.

 

 

Curada por el historiador Marcelo Huernos, “Del Mediterráneo Oriental al Plata, Cristianos, judíos y musulmanes” invita a caminar por las memorias de los inmigrantes que aquí llamamos de manera errónea con el vocativo “turcos” a través de las voces de sus descendientes y los objetos que les pertenecieron. ¿De qué manera un objeto u elemento puede convocar recuerdos de un pueblo en la diáspora? La metonimia es quizás la figura retórica por debajo de cada emoción que brota tras observar las vitrinas donde se exhiben las diferentes pertenencias de uso cotidiano. Conmueve pensar que detrás de cada uno de ellas existe una relación de contigüidad espacial, temporal y emotiva que, en su mudez, no solo aluden  a la materia y a su empleo sino que reenvían a relatos de desarraigos, utopías,  derroteros y luchas de miles de personas migrantes que eligieron estas tierras para echar raíces.

 

En diálogo con Habitat, Huernos cuenta la trastienda de una muestra signada por los afectos cotidianos en momentos donde la Argentina fue el destino que  cristianos, judíos y musulmanes provenientes del Mediterráneo Oriental eligieron para reescribir de cero sus propias vidas.

Habitat: – ¿Cuándo y cómo pensaste la muestra? ¿Hubo algún hecho o acontecimiento en particular que te llevó a pensarla?

Marcelo Huernos: -Después de haber inaugurado la muestra “Italianos y españoles en Argentina. 1870-1950”, empezamos a considerar cuál sería la próxima muestra temporaria. Esta decisión fue tomada entre el director general del museo Anibal Jozami, la directora artística Diana Wechsler y yo. Uno de los argumentos más sólidos que sopesamos fue el hecho de que no se hubieran tomado estos grupos étnicos y religiosos en conjunto como un grupo que comparte una matriz cultural similar y una historia común; en particular desde el establecimiento del Imperio Otomano por su organización interna que respetaba a las minorías judías y cristianas y que nunca se hubiera hecho una muestra sobre la inmigración desde aquella región del mundo. En el proceso que me llevó armar el proyecto fui profundizando en las características y conformación de estos grupos y a valorar el aporte que hicieron a la conformación de la identidad y cultura argentina.

H: -¿En qué período de tiempo ocurrió el proceso inmigratorio del Mediterráneo Oriental?

M.H.: -Si bien se encuentran algunos arribos en la década de 1860, tal el caso de los judíos marroquíes, es a partir de la década de 1880 que empieza a crecer de manera sostenida para transformarse, hacia fines del siglo XIX, en un flujo importante que se interrumpe con la Primera Guerra Mundial y vuelve a crecer luego de ésta. La década de 1930 fue un periodo de pocas migraciones debido a las restricciones que impuso la crisis mundial pero, de todos modos, estos colectivos siguieron llegando en la medida de lo posible.

H.: -¿Cómo fuiste armando las piezas del rompecabezas y cuánto tiempo te llevó hacerlo? ¿Con qué escollos te encontraste?

  1. H.: -Después de realizar el relevamiento bibliográfico me aboqué a la tarea de armar el esquema de la muestra, definir los núcleos conceptuales y plantear algunas hipótesis para desarrollar en los mismos. Este proceso se inició en 2018 – 2019 pero, lamentablemente, se vio interrumpido por la pandemia que impidió realizar entrevistas personales e institucionales. Los escollos más importantes fueron la falta de repositorios documentales, la gran cantidad de instituciones a lo largo de todo el país y los pocos inmigrantes vivos que quedan. Afortunadamente, conté con el asesoramiento académico ad honorem de la gran investigadora Gladys Jozami que fue la primera que se dedicó a estudiar de manera científica la inmigración sirio libanesa y que, generosamente, compartió no solo su saber sino que nos donó todos los documentos y materiales que recolectó en todos sus años de investigación. Gracias a esto, se pudieron saltar los obstáculos que la investigación tuvo. Los testimonios de los pocos inmigrantes vivos que quedan y los de sus hijos, completaron y confirmaron las hipótesis que se plantean en la muestra.

H.: – ¿Cómo recuperaste los objetos que la conforman?

  1. H.: -La generosidad de la gente es lo que me permitió recolectar algunos documentos y objetos. Algunas piezas fueron donadas por personas anónimas. Por ejemplo, una mujer nos trajo una carpeta con documentación de una familia de sirios de religión ortodoxa, la dejó en la recepción y ni siquiera dejó su nombre o un contacto. La familia Gaitan Hairabedian nos prestó un narguile. Mi amiga Silvia Tchordonkian prestó una enorme cantidad de documentos y fotos de su familia y un Bochtá que es una especie de bolsa que las mujeres armenias utilizaban para guardar la ropa blanca y que su madre conservó a lo largo de los años. La familia Jozami Moukarzel nos donó el cuaderno de viaje de su madre donde cuenta el viaje al Líbano en 1950. Isaac Zaharya, un sefaradí de Estambul, me prestó todos los documentos familiares turcos de la década de 1950 que ellos trajeron. Maria Cherro de Azar nos regaló una versión del Martín Fierro en judeoespañol. Karina El Azem nos facilitó su obra para incluirla en la zona de legado y en ella se inspiró el arquitecto Leo Sánchez que hizo la museografía para las telas y la visual de la muestra. La lista podría seguir con la generosidad de muchas personas que nos facilitaron sus historias familiares y sus fotos que ilustran el Archivo de familias.

H.: –  ¿Me contás anécdotas de alguno o algunos de ellos?

M.H.: -En el momento que estaba montando Italianos y españoles encontré en una feria un antiguo diploma que me servía para la muestra, resultó que el vendedor tenía una gran cantidad de material de inmigrantes que me mostró con mucha generosidad y, cuando le conté que era para el Muntref Museo de la Inmigración, me regaló una carpeta que contenía las patentes anuales de vendedor ambulante que un hombre y su hijo habían solicitado por más de 20 años. En ese momento todavía no habíamos decidido cuál sería la siguiente muestra, pero creo que el destino nos lo puso en bandeja.

Un hallazgo importante fueron las fotos estereoscópicas que, junto con el visor, no solo son un objeto hermoso e interesante sino que nos permiten ver mucho de la vida cotidiana entre fines del siglo XIX y la década de 1920.

H.:- ¿Qué recordás de las entrevistas y de los entrevistados? ¿Quiénes son? ¿Qué tienen en común? ¿Qué los diferencia?

M.H.: -Las entrevistas han sido una experiencia enriquecedora ya que he escuchado de primera mano vivencias de inmigrantes o el recuerdo de sus hijos sobre el tránsito de sus padres desde la patria de origen a la patria de adopción con todas las angustias e incertidumbres que una migración plantea. He entrevistado a miembros de los diferentes grupos étnicos y religiosos y la experiencia migratoria creo que unifica a todos los que la transitan mas allá de su origen. Estas personas son de lo más variadas, hay gente que no tiene adscripción a ninguna institución y otros que sí. Lo que los mancomuna son ciertos rasgos culturales e identitarios que hoy se manifiestan en ciertas costumbres, las comidas o algunas palabras que quedan en el vocabulario familiar y el orgullo de su origen.

H.: -¿Recuerdan su tierra? ¿Añoran?

  1. H.: -De las personas que entrevisté, diría que recuerdan su tierra. Los que han venido y sus hijos tienen un amor por esos lugares que identifican con sus padres. No diría que añoran ya que todos se sienten argentinos y han formado familias argentinas y, por lo tanto, no tienen el deseo de volver a vivir allá.

H.: – ¿Qué es lo que más te gusta de la muestra? ¿Coincide con lo que más le gusta a los visitantes?

M.H.: -Creo que toda la documentación que hemos conseguido es muy ilustrativa, pero si tuviera que elegir, me parece que las películas del actor Fortunato Benzaquen que en la década del ’30 creó el personaje Ali Salem de Baraja son un gran acierto. Del mismo modo que el rescate del músico árabe judío Azur Chami que fue un ídolo de la colectividad entre la década de 1930 y 1960

“Las entrevistas han sido una experiencia enriquecedora ya que he escuchado de primera mano vivencias de inmigrantes o el recuerdo de sus hijos”

por Verónica Meo Laos

veronica.meolaos@gmail.com