Entrevista a Celeste Volpi, restauradora y responsable de la Sala Municipal de Exposiciones de Pinamar

por Verónica Meo Laos

veronica.meolaos@gmail.com

 

Celeste Volpi es licenciada en Conservación y Restauración de Bienes Culturales (UNA) especializada en pintura de caballete. Desde mediados de 2019 es la responsable de la Colección Pictórica Municipal, tarea que comenzó con su proyecto para la Puesta en Valor y Restauración de la Colección Pictórica.  A partir del 2020, además de trabajar con el acervo, se encarga de la Sala Municipal de Exposiciones, desde donde se ocupa de la diagramación de las exhibiciones, de asistir a los artistas en el armado y montaje, además de las cuestiones administrativas que toda muestra requiere, por ejemplo, el reglamento y el acta de recepción. En otras palabras, todo lo que requiere una exposición pasa por sus manos expertas y por su gran simpatía.

 

Revista Habitat: Contanos cómo se seleccionan las obras que se exponen en esta sala.

Celeste Volpi: Como se trata de una Sala Municipal, a diferencia de una Galería de Arte, aquí no hay una decisión para dar reserva del espacio. La Sala está abierta a cualquier persona que desee exhibir obras artísticas o de divulgación cultural. Por suerte hay mucha demanda, hay muchos artistas que quieren participar, por lo que la programación lleva entre 9 y 12 meses de antelación. Así es que para el año 2024 ya están las casi 32 exposiciones diagramadas. Sí intento que las presentaciones sean variadas en lo que refiere a técnicas y estilos, así como presto atención a la equidad de género. Las exposiciones entre marzo y diciembre rotan jueves de por medio y recibimos artistas de la región y otras provincias. Por ejemplo este año nos visitaron desde Neuquén, Mendoza, Bahía Blanca y Tandil, por mencionar algunos. En los meses de enero y febrero las muestras rotan todos los Jueves y aquí reservamos el espacio exclusivamente a los artistas locales.

R.H.: ¿Cómo ves el campo artístico en Pinamar?

C.V.: Cada vez mejor. Con más espacios destinados a distintas disciplinas, con más artistas con ganas de hacer cosas, más eventos para su participación y visibilidad. Sería hermoso tener museos de arte y facultades de bellas artes para formar a los jóvenes en las distintas disciplinas.

 

R.H.: O sea que Pinamar todavía no tiene un museo de arte.

C.V.: Nosotros no tenemos un Museo de Bellas Artes.  Hoy en día tenemos un lote de más de 200 obras inventariadas de diferente envergadura porque nunca existió una política de adquisiciones. Pero, aun así, las obras se encuentran en muy buen estado de conservación y una gran cantidad están expuestas en diferentes dependencias municipales, como ésta que tenemos en la Secretaría de Cultura que es un Bruno Venier de 1976 que es impresionante. Otras están guardadas en una reserva a la espera de un espacio para su exhibición. En  la vieja Terminal de Ómnibus funciona un complejo cultural  donde se dictan los talleres de “Pinamar Aprende” y es allí donde contamos con un sector cerrado al público, en el que encuentran las obras en reserva que, por supuesto, están estabilizadas y bien conservadas que es algo fundamental. El lote de la colección entera tiene inspecciones oculares periódicas al igual que limpiezas superficiales. Además, como están inventariadas, sabemos en qué estado de conservación se encuentran y dónde está cada pieza a la espera de que, en algún momento, tengamos un espacio donde poder exponer difundir, estudiar, promover y poder adquirir nuevas obras.

R.H.: ¿Existe un sitio en Internet donde se puede acceder al acervo?

C.V.:  Desde el año pasado, en la página Pinamar.gob.ar, en el área de Cultura, hay una pestañita que se llama “colección pictórica” y ahí subimos las obras destacadas de la colección.

 

R.H.: Hablemos de restauración. ¿Cómo es tu trabajo?

C.V.: Mi trabajo es apasionante. Cada obra es única e irrepetible. Cada una presenta distintos tipos de deterioros en distintos grados, por lo que cada pieza significa un desafío particular. En general y a grandes rasgos, lo primero siempre será consolidar soportes y capas pictóricas si se observa poca cohesión o anclajes deficientes que pueden poner en riesgo la integridad de los elementos constitutivos. Luego se desarrollan las distintas intervenciones de limpieza que, según las suciedades presentes y sus grados de compromiso con las superficies, serán via seco o via húmedo con distintas soluciones. En estos procesos se descubren los colores originales y se les devuelven el esplendor original. También pasa que se descubren otros tipos de deterioros que, en un principio, no fueron observados, como fisuras y grietas o abrasiones. Una vez la pieza está limpia y si requiere intervenciones de restauración como injertos, costuras o reintegraciones cromáticas, se procede con el proceso, todo documentado con precisión.

 

R.H.: ¿Y qué hacés en esos casos?

C.V.: Es otra la intervención, otros los productos y otros los insumos. Y, bueno, es una tarea que, además de requerir una mirada experta, es de enorme responsabilidad. En esos casos lo que se hace es intentar darle continuidad a la lectura de la obra, es decir, que vos la puedas ver y que no sea el ojo que se te va a la mancha o al faltante o a la laguna. Se debe integrar todo. Para eso te doy un ejemplo.  Hay un dibujo en tinta de Juan Carlos Benítez, que es de gran formato, son dos gallos que están en acción y le falta una sección al soporte. Entonces, lo que se hizo fue un injerto para completar la  lectura de la obra. Pero no se puede hacer reintegración de color porque no hay información sobre la obra original. Y, cuando ése es el caso, uno no puede hacer nada porque puede alterar la intención del artista o caer en un falso histórico. Todo lo que sea reintegración tiene que estar de acuerdo con la información que se tenga de la obra.

R.H.: Para finalizar, ¿Qué te gustaría que ocurra y que creés que falta?

C.V.: Me gustaría crear un museo, aunque más no sean cuatro paredes con un durlok en el medio donde poder difundir y exhibir este patrimonio tan importante para toda nuestra comunidad.