Por: Oscar Andres De Masi

oademasi@gmail.com


Situado en el barrio de la Chacarita, frente a la estación Artigas del F.C.Urquiza, el Cementerio Británico de Buenos Aires custodia un rico patrimonio histórico, artístico y epigráfico, vinculado a la memoria de los ritos disidentes de identidad anglosajona. Trasponer su portón de hierro y adentrarnos en su camino principal y en sus senderos, es una experiencia de encuentro con un espacio de la diversidad inmigratoria y funeraria en la ciudad de Buenos Aires, que recapitula dos siglos de tradición disidente de habla inglesa.

Desde hace ya tres años, el Cementerio ofrece, junto al Cementerio Alemán, visitas interpretativas gratuitas, abiertas al público, conducidas por quien escribe estas lineas. Les propongo repasar su historia y poner de relieve sus singularidades patrimoniales.

 

 

Antecedentes históricos

 

A partir de 1821 y con las perspectivas alentadoras para la libertad de cultos derivada de la política rivadaviana (que daría por resultado, en 1825, el primer Tratado de Paz, Amistad, Comercio y Navegación con la Corona Británica), los británicos, los norteamericanos y los alemanes, habían compartido un primer cementerio (burial-ground) en las cercanías de la iglesia del Socorro (media hectárea en la manzana de las actuales calles Cerrito, Juncal, C.Pellegrini y Arenales) dotado de una pequeña capilla y donde los oficios se realizaban, según el rito metodista, a cargo de un

 

seglar . Este enterratorio protestante, que tuvo efímera existencia y pocas inhumaciones, satisfizo el anhelo de aquellas comunidades diferentes del rito católico romano (de ahí lo de «disidentes») en cuanto a enterrar a sus muertos con el debito decorum y piedad religiosa.

 

En 1833, se abrió el Cementerio Protestante situado en la calle Victoria (actual Hipólito Yrigoyen), en una zona, por entonces, de chacras y quintas. Se lo llamó «Cementerio de Victoria» y allí había sectores específicamente delimitados para los británicos, los alemanes y los norteamericanos. Su bella arboleda, sus senderos, sus monumentos y su capilla de estilo neogótico hacían de este lugar un parque de referencias románticas inglesas en la Buenos Aires de la época de Rosas. Pero debió clausurarse a causa del crecimiento de ese barrio y el clamor de los vecinos por obtener su cierre.

 

 

Los «disidentes» de Buenos Aires, obtuvieron sus actuales enterratorios  en la Sección XVI del Cementerio de la Chacarita (o del Oeste) en el año 1891, en virtud de una permuta concertada con la Municipalidad de Buenos Aires mediante la cual se cedieron, con destino a plaza pública (la actual Plaza «1º de Mayo») las respectivas fracciones en el Cementerio de la calle Victoria (manzana de las calles Victoria, Alsina, Pasco y Pichincha).

 

En octubre de 1892, las partes que integraban el nuevo Cementerio de Disidentes (o «Chacarita de  los Disidentes») suscribieron un convenio mediante el cual acordaban la forma de repartir los terrenos y administrarlos. Estos quedaban divididos en cuatro secciones: ingleses, alemanes, norteamericanos y una «reserva» para protestantes de otras nacionalidades . Al comienzo, se compartía el uso de la capilla, pero en 1915 las partes (Corporación del Cementerio Británico y Congregación Evangélica Alemana) acordaron una separación de la administración, el deslinde de los terrenos correspondientes a cada nacionalidad y la venta del templo a la sección Británica, debiendo la Congregación Evangélica Alemana levantar su propia capilla en un plazo de tres años.

 

Este es, pues, el origen de los dos cementerios, uno junto al otro: el Cementerio Alemán (Deutscher Friedhof) y el Cementerio Británico (British Cemetery).

 

 

 

La capilla de responsos

Las actuales capillas de responsos de los Cementerios Alemán y Británico fueron declaradas en la categoría de monumentos históricos nacionales mediante el Decreto del PEN nº 525/ 2010.

La capilla del Cementerio Británico fue proyectada por Sidney Follet en un estilo que combina elementos pintoresquistas con  aportes modernizadores post-Art Decó y fue inaugurada en 1942.

 

En el interior de la capilla no hallamos vidrieras decoradas, por cuanto los años de la Segunda Guerra Mundial frustraron su importación desde Inglaterra. En cambio, alzando la mirada al techo, llama la atención el trabajo de su potente armadura en madera noble, de referencias náuticas al modo inglés. También es llamativo, en el centro de la nave, un dispositivo funcional de mampostería revestido en travertino, de tipo «túmulo», previsto para el apoyo del ataúd durante el rezo del responso.

 

La capilla británica, con su impronta ladrillera y semirrural al modo de las country parish, desplazada unos metros del sendero principal,  dialoga con el carácter romántico y tardo-victoriano del paisaje donde se emplaza.

 

 

Valores patrimoniales funerarios

 

El portal de acceso al Cementerio Británico no presenta valores arquitectónicos relevantes ni se trata del proyecto que originalmente debía acompañar a la capilla y que, seguramente por escasez de fondos, no se construyó. Consiste en una losa muy simple, a modo de abrigo o cobertizo. Pero debe anotarse que el portón de hierro, con sus cuatrifolios decorativos (muy del gusto neogótico), pertenecía al cementerio de la calle Victoria.

Una vez que ingresamos al Cementerio, nos sentimos transportados a otras tierras, en la lejana Britannia, y advertimos una serie de características paisajísticas y artísticas que lo convierten en un sitio de alto valor patrimonial. Sus senderos arbolados, sus sepulcros al ras de la tierra, algunas bóvedas o criptas, las lápidas con inscripciones o epitafios expresados en inglés, con fuerte acento bíblico, símbolos cristianos y símbolos masónicos, torres góticas y obeliscos…

 

Estamos, pues, en presencia del vasto repertorio de la diversidad inmigratoria y de ritos, pero puesta en el crisol de la patria común. La diversidad acentúa positivamente la identidad anglo-argentina del sitio.

 

Un sector de especial fortaleza histórica es el muro sobre el cual se han adosado numerosas lápidas de mármol trasladadas desde el Cementerio de la Calle Victoria. Vemos en ellas los albores del arte funerario rioplatense de referencias protestantes.

 

También son interesantes algunas tumbas que aluden, en su morfología, a los lenguajes medievales, adoptando el aspecto de sarcófagos; e, incluso, alguna tumba del tipo «templario», de gran rareza. Otros elementos singulares son las numerosas cruces del tipo celta, con sus bellas decoraciones de «entrelazos» y tipografías en el mismo estilo.

 

Si repasamos los apellidos de quienes yacen en aquellos sepulcros o son recordados en las lápidas, vamos a descubrir la profusión de británicos, hombres y mujeres, que llegaron al Río de la Plata en el siglo 19, se arraigaron con sus familias y, a su modo, contribuyeron a la formación de la Argentina moderna, principalmente en los sectores de la banca, el comercio, las empresas de servicios, la infraestructura, el culto, las logias masónicas, el periodismo, el magisterio, la cultura , el deporte, el espectáculo etcétera.

 

Entre las tumbas de mayor interés históricos podemos mencionar la tumba de Cecilia Grierson (la primera médica argentina, descendiente de colonos de Santa Catalina), algunas tumbas de maestras traídas desde los Estados Unidos por Sarmiento (y, luego, por Avellaneda y Roca); la tumba del célebre clown Frank Brown; la tumba del escritor Walter Owen (traductor del «Martín Fierro» al inglés); el mausoleo del Dr. Dick; y el mausoleo del Coronel de Marina J. B. Thorme, héroe de las campañas navales comandadas por el Alte. Brown.

 

Son, asimismo, de interés, los sectores «memoriales» dedicados a combatientes que participaron en las dos guerras mundiales , con sus lápidas y sus alegorías artísticas; y una creación reciente: el «muro» dedicado a registrar la totalidad de los nombres de aquellos combatientes. Una placa ubicada en la cripta también recuerda a los anglo-argentinos empleados ferroviarios que participaron en la contienda. Y un sector de urnas, perteneciente a la «British Legion», donde se custodian las cenizas de ex combatientes británicos de ambas guerras.

 

 

Una ceremonia y un portón ceremonial

 

Afortunadamente, las guerras han concluido hace ya muchos años. Y los países que antes se enfrentaron, hoy son naciones amigas y, más todavía lo son, las comunidades de ambas naciones arraigadas en la Argentina. Por eso, en recuerdo del armisticio del año 1918 que puso fin a la Primera Guerra Mundial, el día 11 de noviembre de 2018 se realizó  una ceremonia multinacional, durante la cual se inauguró un «portón ceremonial» que permite vincular interiormente ambos enterratorios, Alemán y Británico. De este modo, se cierra un ciclo de varias décadas de separación, tras el espesor de un grueso muro.

 

Se trata de un símbolo de concordia y de un gesto de paz, que hace bien visible el diálogo  amistoso que existe entre las dos instituciones. Además, al estar emplazado en el eje que une ambas capillas de responsos, expresa un ideal espiritual, y realza el valor identitario de ambos monumentos nacionales.

 

Para conocer más acerca del Cementerio Británico

 

Hoy, más que nunca, los sitios históricos y de valor patrimonial requieren la debida «interpretación».  No se puede amar lo que no se conoce…

 

No basta con visitarlos y recorrerlos: sus contenidos deben ser leídos  a la luz del pasado, pero con la mirada del presente;  para luego ser apropiados culturalmente por la comunidad entera. Tal es el objetivo del patrimonio, entendido como un legado de identidad común.

Si desean conocer más y estar al día con la agenda de visitas interpretativas, pueden ingresar a los sitios Instagram: www.britanicocementerio y www.viajealasestatuas