Por: Dr. Juan Manuel Pérez Segura
“Prima facie” debo decir que he participado en numerosos actos promocionados por la Comisión, sobre todo en las épocas cuya dirección estuvo a cargo del arquitecto Alberto S.J. De Paula.
Según he podido confrontar, la decisión del Consejo Directivo se debe a un mejor aprovechamiento del Museo del Cabildo y de dotar de mejores espacios administrativos a la Comisión. No me corresponde opinar sobre cuestiones de logística interna, supongo que el decisorio no ha sido tomado “ni a tontas ni a locas” sino sobre la base de un estudio de aspectos funcionales.
Lo que no puede soslayarse son las implicancias históricas e identitarias de este traslado, teniendo en cuenta que se trata de una sede históricamente arraigada en un lugar desde 1938 sobre el Cabildo, el monumento de los monumentos, con una histórica arquitectura colonial, con una memoria donde se gestaron los albores de nuestra independencia patria. De allí el imposible comparativo con el Palacio Casey, de arquitectura academicista tardío-victoriana y de construcción finisecular decimonónica, sede original de un estanciero y hombre de negocios argentino llamado Eduardo Casey, fundador de la Ciudad de Venado Tuerto, entre otros méritos de similar relevancia. La vida posterior de este edificio no tuvo valías de historia jerárquica identitaria, hasta que en 1948 fue adquirido por el Estado Nacional y desde 1960 es sede la Secretaría de Cultura de la Nación.
Por otra parte, nos encontramos frente a un edificio en el que brindaron su impronta personajes célebres como su fundador y Presidente Ricardo Levene, su vicepresidente Luis Mitre, vocales como Ramón José Cárcano, Enrique Udaondo, Luis María Campos Urquiza, Emilio Ravignani, Carlos María Gelly y Obes, Alejandro Gancedo, Alberto Rodríguez Galán, Roberto Etchepareborda, los arquitectos Mario José Buschiazzo, Alejandro Bustillo, Vicente Nadal Mora y Ricardo Connord en sus refacciones y, más recientemente, las prolíficas presidencias de Alberto S.J. De Paula y Juan Martín Repetto, acompañados por el vocal secretario Oscar Andrés De Masi. Todo ello hace que el símbolo independentista (Cabildo) resulte en amalgama profunda con la Comisión que habita en él (CNMLH) y ello no puede ser soslayado, más allá de necesidades logísticas y funcionales; por ello los directivos de la Comisión deberían hacer el máximo esfuerzo de adaptación para proteger este “bien identitario”, conformado por la “unidad integrada” entre el Cabildo y CNMLH.
Por último, entiendo que, como “última ratio”, debería estudiarse la posibilidad de traslado a la “Manzana de las Luces” (Perú y Moreno) ya que se trata de un sitio clave, de arquitectura colonial como el Cabildo, con 400 años de historia como sede de instituciones culturales, educativas y religiosas y cuya actividad fundacional se remonta al siglo XVII, momento en que los jesuitas construyeron su residencia conjuntamente con la Iglesia y el Colegio de San Ignacio. Cabe recordar que su el nombre no fue elegido al azar, sino en reconocimiento a las instituciones culturales que albergaba; y esa denominación fue llevada a cabo septiembre de 1821 por el periódico de información general “El Argos”, fundado por Santiago Wilde cuya dirección estuvo en cabeza del fundador, de Ignacio Núñez, de Manuel Moreno y de Esteban de Luca. No cabe duda, entonces, que esta podría ser una fundada alternativa.
Valgan estas referencias, entonces, como aporte a un decisorio institucional fundado en la tradición y la identidad patria.