Por Tito Gastaldi

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En la tarde del 15 de abril del año pasado, el mundo veía azorado las imágenes que provenían de Francia. Allí, en el corazón de París, en la Ile de France, el más icónico templo de la arquitectura gótica ardía. El monumento más visitado de Europa, con más de 13 millones de turistas anuales, sufría un fuego devastador. Estaba siendo restaurado, había andamios en sus techos, en especial en la zona del crucero donde se erguía la aguja coronada por un gallo que había hecho instalar Viollet Le Duc en el siglo XIX.

La catedral de Notre Dame, en París, en obras de restauración. (Archivo)

Ya caía la tarde primaveral en la ciudad a orillas del Sena; los obreros de la Catedral se habían retirado y los últimos turistas del día se aprestaban  a retirarse. Y, entonces sucede la tragedia; allá en lo alto cerca de la aguja comienza a formarse una densa columna de humo y poco después grandes lenguas de fuego que arrasaban todo a su paso: los techos ancestrales sobre un armazón de madera de roble de casi 700 años, se fundían los andamios metálicos armados para el trabajo de restauración al igual que la cubierta de plomo. En pocos minutos la esbelta aguja comienza a inclinarse y colapsa cayendo al interior del edificio. El símbolo de la Catedral desaparecía. Centenares de bomberos concurren para tratar de extinguir el fuego, tarea que demandó más de 15 horas mientras los parisinos y el resto del mundo no lograban salir de su asombro y no podían dar crédito a lo que veían.

¿Qué sucedió? ¿Un atentado, un accidente, por qué? Las pericias, rápidamente, descartaron la teoría del atentado y se redujeron a algunas pocas posibles causas: 1) una colilla de cigarrillo mal apagada de algún obrero, 2) Ml funcionamiento de los ascensores instalados para los trabajos; 3) cortocircuito eléctrico, que parecería ser la teoría más aceptada.

Pese a los grandes daños sufridos, la estructura pétrea de Notre Dame ha resistido. Inmediatamente después de la tragedia y con las cenizas aún humeantes, ya se comenzó a hablar de su reconstrucción. Importantes representantes del gobierno francés, incluido su presidente Emanuel Macrón y otras relevantes figuras del ámbito cultural expresaron su decisión de reconstruirla. Asimismo, reconocidas empresas y  personalidades galas han ofrecido aportes de considerables sumas de dinero para poder abonar los costos que demandará. Sin embargo comenzaron a generarse discusiones acerca de cómo debían encararse las obras entre quienes abogan por reconstruirla tal como era y quienes proponen ideas renovadoras, llegando inclusive a realizarse un concurso, auspiciado por privados, sobre proyectos “innovadores” para su reconstrucción. El mismo Presidente de Francia habría declarado que le gustaría una “Notre Dame aggiornada”.

La resolución oficial se dio a conocer 15 meses después, el 9 de julio de 2020 cuando el Poder Ejecutivo francés manifestó que “la Catedral será reconstruida tal como antes del incendio” mostrando una postura diferente a la que había expresado en los primeros momentos luego del accidente. El arquitecto en jefe de los trabajos de restauración, Philippe Villenueve, ha sido uno de los más fervientes defensores de la idea de reconstruirla tal como lo había planeado y ejecutado Viollet Le Duc a mediados del siglo XIX, cuyos planos originales aún se conservan. El Comité Nacional del Patrimonio de Francia se ha expedido en pro de una “restauración histórica” tal como Villenueve, lo solicitaba.

La fecha de finalización de los trabajos está prevista para el 2024 cuando París sea sede de los Juegos Olímpicos aunque muchos expertos consideran a esta fecha como demasiado optimista y suponen que las tareas tendrán una duración mucho mayor debido a los delicadas acciones a llevar a cabo. La pandemia del Covid 19 ya ha causado algunos retrasos.

Los principales inconvenientes a enfrentar son:

  1. Desmonte de los andamios metálicos que estaban montados en el momento del incendio: el gran calor provocó el derretimiento del metal convirtiendo a 40.000 tubos de ese material en una gran masa informe. Ahora se deben montar nuevos andamios para que los obreros desmonten los anteriores, tarea que deberá llevarse a cabo con mucho cuidado.
  2. El plomo de lo techos: se estima que se fundieron más de 500 toneladas de ese material. Una importante cantidad del mismo cayó al interior del templo y debe ser removido pero el principal obstáculo en este caso es conseguir un material similar y que no posea la peligrosidad del plomo.
  3. Estructura maderera del techo: el techo consumido por las llamas constaba de 13.000 vigas de madera de roble, lo que equivale a unas 24 hectáreas de bosque. En la actualidad no habría una cantidad suficiente de esos árboles existente en los bosques europeos para volver a realizar todo el entramado de madera
  4. Vidrios de los rosetones y vitrales: éstos han resistido bastante bien el fuego pero ello no significa que no hayan sufrido daños. Alguno vidrios resultaron muy ennegrecidos por el humo, lo que requerirá una limpieza profunda y eventuales desmontes de algunos sectores.
  5. Gárgolas: muchas de ellas se ubicaban en el tejado por lo que varias de ellas fueron afectadas por el fuego y algunas resultaron destruidas. Como su función es expulsar el agua de lluvia hacia el exterior poseen una cañería metálica en su interior que, probablemente, se hayan fundido total o parcialmente durante el fuego. Será menester revisarlas y sustituir el material averiado.
  6. Órgano: poseía unos 8.000 tubos que resultaron dañados, lo que implicará un delicado trabajo de restauración.
  7. Mano de obra: debido a que la Catedral fue construida, originalmente, entre los siglos XII y XIV y se conservaban muchas partes originales, el trabajo de restauración requerirá de mano de obra especializada que conozca las técnicas constructivas de aquellas épocas.

Seguramente, a medida que los trabajos se vayan ejecutando surgirán nuevos desafíos y complicaciones que hará que los equipos de trabajo desarrollen una labor sin pausas resolviendo los inconvenientes que se presenten de la manera más adecuada, rápida y eficaz posible.

Afortunadamente varias de las reliquias más importantes del templo se han salvado como la Corona de Cristo o la túnica de San Luis IX gracias al denodado esfuerzo de bomberos, destacándose la labor de Jean Marc Fournier, sacerdote y bombero que salvó la Corona de Espinas. En tanto las imágenes de los apósotoles, en cobre, que rodeaban la aguja habían sido desmontados días antes del siniestro y bajados para su restauración. El gallo que coronaba la aguja de Viollet Le Duc fue encontrado, algo maltrecho, entre los escombros en el interior del templo.

La reconstrucción no resultará fácil y será muy costosa. Las estimaciones varían de 900 a 1000 millones de euros. Además de las grandes donaciones y promesas de ayuda, el Gobierno francés ha abierto cuentas para recaudar fondos. Hay diversas donaciones que se irán realizando escalonadamente durante el transcurso de las obras.
Notre Dame no es sólo uno de los grandes emblemas de París y Francia sino de la humanidad toda ya que el “arte en piedra” alcanza una expresión magnífica en el gótico y como tal debe ser preservado para el uso y el goce de la generaciones futuras

 

Imágenes del incendio de Notre Dame