Esa calificación otorgada por el Concejo Deliberante local incluye la puesta en valor, restauración y preservación de ese paso

Nacido de la necesidad y la urgencia, pero también de la audacia y la visión de futuro de su mentor Donato Gerardi, el puente de Camino Belgrano y 509 es un hito de la ingeniería nacional y el paisaje platense que resiste con notable solidez el paso del tiempo. Sin embargo, la centenaria estructura no contaba con reconocimiento formal por parte de la Ciudad; días atrás, una declaración sancionada por el Concejo Deliberante platense puso las cosas en su lugar.

En el primer artículo de ese texto, impulsado por el edil Gastón Crespo y catalogado como Decreto Nº25, se declara “de Interés Municipal, como integrante del Patrimonio Histórico y Cultural del Partido de La Plata, al puente ‘Donato Gerardi’”.

Además de disponer la colocación de una plaza alusiva, la declaración aboga por “la puesta en valor, la restauración y la preservación” del puente de poco menos de treinta metros de arco, ampliamente considerado como el primero construido en hormigón armado de la Argentina.

“Creemos que con esta declaración se salda una deuda de la Ciudad con una de sus construcciones emblemáticas, no solo por antigüedad y vigencia sino por lo innovadora que fue en su momento” señala Crespo: “muchos creíamos que ya contaba con el reconocimiento formal del municipio como parte del acervo patrimonial, pero a pesar de haber circulado proyectos en ese sentido, no se habían concretado”.

El puente de Gerardi soporta el tránsito del camino General Belgrano sobre las vías inactivas del ramal La Plata-Brandsen, entre las estaciones Ringuelet y José Hernández; desde hace algunos años pasa por debajo, en zig-zag, la avenida 19.

El origen del puente está vinculado con el del “Camino Afirmado La Plata-Avellaneda”, posteriormente Ruta Nacional Nº1 y camino Belgrano, enlace vehicular con la capital federal construido por decisión del ministerio de Obras Públicas de la Provincia.

MAS QUE CENTENARIO

Proyectado con dos calzadas -sólo se construiría una- y un ancho total de doce metros, comenzó a abrirse en agosto de 1911. La contratista fue la Sociedad Franco Argentina de Caminos, que fue montando en diferentes puntos del trayecto puentes de vigas metálicas parabólicas, de origen belga, sobre arroyos y ramales férreos. Sin embargo, para cuando la calzada y sus obras complementarias estaban por ser terminadas, el comienzo de la Gran Guerra en Europa trajo consigo la declaración del acero como “material estratégico” por el país proveedor, y el flujo de metal desde el Viejo Continente se detuvo al tiempo que el local se encarecía astronómicamente.

Ante el imprevisto, el departamento de Ingenieros bonaerense tomó el toro por las astas y encargó al joven Donato Gerardi, por entonces de 28 años y graduado en 1910 en la UBA, quien en su condición de ingeniero inspector de las obras elaborara el plan de ejecución de un puente de “cemento armado”.

INNOVACIÓN EN TIEMPO RÉCORD

Fue una decisión revolucionaria; los primeros manuales y reglamentos para el uso y los cálculos de ese material se habían editado entre 1902 y 1906, y no existían antecedentes para cotejar en nuestro medio. Gerardi diagramó las tareas en conjunto con la Sociedad Franco Argentina de Caminos, pero ésta se retiró aduciendo “dificultades financieras”, por lo que la dirección de Hidráulica, Puentes y Caminos de la Provincia asumió el compromiso y el puente se convirtió en un logro cien por ciento nacional.

Con armaduras de acero común, y dos diferentes tipos de mezclas de hormigón, se erigió entre octubre de 1915 y mayo de 1916; en apenas siete meses estuvo terminado con un arco de 27 metros y medio de luz entre sus apoyos, y cinco metros y medio de gálibo -altura-. Al día de hoy, permanece virtualmente intacto; sólo se observa corrosión en algunas de las estructuras metálicas en la parte inferior del arco.

Quienes cruzan en auto por debajo, transitando el “by-pass” de la avenida 19, también pueden observar un detalle peculiar: las estructuras de apoyo del puente, a ambos lados, fueron tomadas como refugio y deposito por un grupo de personas que vive allí; los ocupantes cubrieron el costado exterior de los improvisados “departamentos” en altura con telas, maderas y cortinas de polietileno, para guarecerse de la intemperie.

LECCIÓN DE SOLVENCIA

Hace doce años, un meduloso informe firmado por el ingeniero, investigador y docente Luis Lima, quien puso bajo la lupa la historia del puente, su concepción y su ejecución, lo describió como “una lección de solvencia profesional”.

Los expertos califican el puente como “una lección de solvencia profesional”

Con el título “Puente ‘Donato Gerardi’: un puente patrimonial de hormigón armado en servicio durante 90 años”), el trabajo editado por Laboratorio de Entrenamiento Multidisciplinario para la Investigación Tecnológica (LEMIT) valora las cualidades estéticas y funcionales de la obra y concluye que “dado que nunca contó con un programa serio y sistemático de inspecciones y mantenimiento, las causas de su excelente durabilidad deben buscarse, esencialmente, en su proyecto y construcción”.

Donato Gerardi tuvo una relevante carrera en la docencia: fue profesor de la facultad de Ciencias Fisicomatemáticas (hoy Ingeniería) de la UNLP, donde dictó las cátedras de Caminos y Ensayo de Materiales. Además, fue el primer presidente del Consejo Profesional de la Ingeniería y socio fundador del Centro de Ingenieros de la Provincia.

Arquitecto, poeta y hombre de la cultura, Enrique Ferrari es experto en puentes patrimoniales y llegó a presentar ante la Legislatura bonaerense un proyecto de ley para que el trabajo de Gerardi fuera declarado “Monumento Histórico Provincial”.

El profesional subraya que “se lo hizo con un cálculo para el futuro, tanto que no está deteriorado gravemente y con una buena intervención lo tenemos por cien años más”.

Ferrari considera que “con su diseño de arco inferior, su funcionalidad y las profundas raíces que tiene en la memoria del lugar, el puente de Gerardi e confiere al barrio un valor muy fuerte de identidad. Sin él, la zona no se reconocería como tal”.

 

Fuente: El día