por Verónica Meo Laos

veronica.meolaos@gmail.com

 


Entrevista a Luis Ortellado, escritor, performer

 

Luis Ortellado nació en El Dorado (Misiones), escritor y performer, en la actualidad reside en la ciudad de Buenos Aires. En la década del 90 integró una de las bandas precursoras de death y doom de la provincia llamada Necrology, luego se dedicó al teatro y a la danza contemporánea que lo llevó a participar de manera activa en la cultura local.

 

La preocupación estética por los alcances del cuerpo y la problemática del pensamiento nunca han dejado de inquietarlo en sus diversas actividades estéticas. Regularmente escribe en su blog “Fantasmas de lo nuevo” microensayos donde analiza diferentes fenómenos estéticos y políticos.

 

Participó en las Primeras Jornadas Rock hechas en el Centro Cultural de la Cooperación y la Facultad de Filosofía y Letras. También participa de las Segundas Jornadas Rock donde disertará sobre “Cerati y los precursores de Pierre Menard”.  Tiene un libro de poemas inédito llamado “El tiempo es un artificio que se escribe solo”. La Política de los perdedores, una lectura del heavy en los 80, es su primer libro.

 

Para hablarnos sobre su experiencia en la Feria del Libro Heavy y otros temas, dialogó con Habitat.

 

Habitat: -Estuviste en la Feria del Libro Heavy. Dónde, cuándo y quiénes participaron del evento. Contame cómo estaba integrado el público.

 

Luis Ortellado: -La feria del libro Heavy es un evento que se hace todos los años (este fue el séptimo año consecutivo que se hace) la misma tuvo lugar en el bar El Quetzal, el sábado 5 de octubre. El gestor de esta hermosa movida es Gito Minore (licenciado en letras, docente, escritor, poeta y editor de Clara Beter ediciones que es la editorial que va a sacar mi libro). Hay que agregar que desde hace unos 10 años -quizás o un poco más dentro del heavy– existe una movida de intelectuales y artistas (escritores, investigadores, novelistas e incluso cineastas) que están reflexionando continuamente sobre el género, sus alcances estéticos, políticos, y éticos dentro de la cultura.

Que exista una feria del libro dedicada al género donde hay ponencias, presentaciones y debates habla del estado de situación de un género que pasado su momento de mayor esplendor como fue la década del 90 -el siglo pasado literalmente- ahora se sienta a reflexionar sobre los rastros de su historia que comenzó con V8 y su primer rabioso disco “Luchando por el Metal” en el año 1983.

Gracias a la gestión de Gito Minore la feria tiene su registro ya que todos los años se edita el libro Cultura Metálica donde se imprime las presentaciones del año anterior.

 

 

H: Contanos qué te llevó a la Feria del libro Heavy

 

L.O: Fui invitado Gito Minore porque próximamente se va a editar mi primer libro, la idea en un principio era tener el libro listo para la feria y presentarlo formalmente, pero por razones meramente presupuestarias no se pudo, así que lo que hice fue una pre-presentación para sacarme el gusto, je (sonríe).

 

 

H: Hablemos de tu libro. Cómo se llama, de qué se trata?

 

L.O.:  El libro en cuestión se llama: La Política de los Perdedores. Una lectura sobre la utopía heavy en los 80. Es un ensayo político cultural sobre la banda seminal del heavy metal en nuestro país: V8.

Cabría agregar que la banda es un mito dentro de la movida porque es considerada la creadora del heavy trash propiamente dicho, con fuerte color local y una poética de crítica y denuncia social. En su momento – o sea, en la década del 80- no tuvieron más repercusión que dentro de un círculo muy pequeño de público que era el público heavy en ese entonces.

V8 sacó tres discos de cero repercusión mediática, no tuvo ninguna canción que haya sigo un éxito masivo o que haya rotado incansablemente en las FM de los año ochenta. V8 fue una banda que creció en los márgenes del llamado “Boom del Rock Nacional”, perteneció al under y se hizo carne con ello. Para la banda era una cuestión ética, un gesto de independencia estética gozar del amateurismo y renunciar a ser profesionales, dentro de un contexto histórico donde comenzaba a primar el profesionalismo dentro del rock para labrar el camino al éxito como fue el caso de tantas bandas que tuvieron su minuto de gloria en aquella época y supieron abultar sus billeteras. V8 no fue una banda de éxito, pero lo curioso de su caso es que crearon a su público, moldearon un tipo de sensibilidad que determinó un tipo de estética, crearon una tradición dentro del heavy, son su piedra de toque y antes de crear música, crearon un discurso que no tardó en reproducirse a lo largo de los años haciéndose cada vez más fuerte y que engloba a varias generaciones que todavía siguen escuchando a una banda que se separó en 1986. V8 despierta pasiones y una fidelidad que hace de la identidad su escudo frente a los embates del mundo.

 

H: ¿La historia de V8 fue un poco la tuya? Hablanos de eso.

 

L.O.:  Bueno esta investigación comienzo con una pregunta muy sencilla, ¿Cómo era posible que un pibe como yo escuchara a V8 en el año 1991?  No solo lo escuchara sino que defendiera su legado -y a su modo- me hiciera cargo de una tradición de la cual sabía poco y nada. Más aún teniendo en cuenta que V8 nunca pisó un escenario de Misiones, de donde soy, como de la mayoría de las provincias de nuestro país. Entonces, ¿cómo es que sucede este fenómeno? V8 todavía hasta ese momento era una banda de culto, después con Hermética y Almafuerte quizás la banda haya tenido más repercusión por la controvertida personalidad de Ricardo Iorio y por las sucesivas reuniones de los demás ex integrantes de la banda que salieron a tocar para un público que nunca los vio y otros que los volvían  a escuchar pero sin su líder natural Iorio, que siempre desaprobó estas reuniones.

 

H: ¿A pesar de no haberlos visto en vivo en tu ciudad, te sentiste identificado con la banda? ¿Cómo suceden los fenómenos de identificación?

 

L.O.: ¿Cómo suceden los fenómenos de identificación? Más aún dentro de una provincia como Misiones donde la identidad es una cuestión problemática, no solo por ser una zona de frontera sino por las sucesivas olas inmigratorias en la provincia durante todo el siglo XX. Lo interesante con V8 es que era una banda que te politizaba aunque no quisieras porque rechazarla también te obligaba a tomar una posición al respecto. Con V8 de alguna manera comenzó “todo” para mí. V8 fue la banda de sonido de mi educación sentimental en un momento muy difícil, donde no sabía como contener mi sinrazón y mi angustia adolescente. V8 fue la banda que me contuvo en esa delicada época  y me dio las herramientas necesarias para comenzar a entender a mi entorno social y a comprender que para “ser alguien”, tenía que defender mis ideas, poner el cuerpo por ellas y no callarme frente a mis mayores, llámese institución, tradición, o patria.

 

H: ¿Cómo sintetizarías tu libro desde la perspectiva de ser autor?

 

L.O.: El libro está atravesado por mi historia personal, me parecía importante comenzar por allí, porque yo también fui un devoto escucha de la banda, y escribir para mí fue reencontrarme con ese adolescente inflamado e idealista que fui y confrontarlo con lo crítico que soy ahora.

Toda la escritura e investigación para llegar al libro me demoró aproximadamente entre cinco  y seis años, pero paralelo a este trabajo y en conjunción escribía asiduamente en mi blog sobre diferentes fenómenos estéticos algunos más minoritarios que otros, donde el rock es una de las cuestiones que está atravesado no solo por la historia de nuestro país en sí misma sino por la misma confluencia de otras disciplinas estéticas que también se vieron afectadas por la eclosión del rock.

 

H: ¿Cuándo y dónde presentás La política de los perdedores?

 

L.O.: -El libro esta en el tramo final en la imprenta, lo más seguro es que salga para fin de año, pero su presentación oficial seguro va a ser entre febrero y marzo del año que viene. Así que los espero.

 

H: Para finalizar, en retrospectiva, ¿Qué significó esta banda pionera del Heavy en tu trayectoria literaria y artística?

 

L.O.: Mirando hacia atrás y viendo mi derrotero personal creo que V8 fue la llave que abrió muchas más puertas de las que creía en su momento, porque hay algo más allá de la mera cuestión musical e identitaria bien de tribu que la banda genera, que es el sentido de la búsqueda y de la maceración lenta y profunda de un pensamiento propio y crítico sobre la realidad, aún con todas las contradicciones y contingencias de la vida. V8 con su legado apostaba a eso y yo soy claramente efecto de ese discurso combativo.

Me interesa mucho pensar la tradición, lo que uno fatalmente hereda como un accidente que sucede en el presente de los hechos. Por eso mi blog se llama “Fantasmas de lo nuevo”, título de un libro de Ray Bradbury que pone sobre aviso el costado fantasmal de nuestra cultura.

 

El blog de Luis Ortellado es: lortellado.blogspot.com.