Autor: Dr. Andrés R. M. Motto

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Estimados lectores. Como muchos de ustedes, me opongo al traslado de la sede de la Comisión Nacional de Monumentos. Como docente de la Escuela Nacional de Museología que he sido, tuve el privilegio de estar en varias oportunidades en dicha sede. Con emoción pensé que en esas salas, en esas sillas y mesas se habían reunido por años grandes figuras de la historia y de la museología argentina. Creo que los lugares no son «neutros». No es lo mismo «aquí» que «allá», justamente porque en algunos lugares se vivieron situaciones que marcaron un camino. Me parece que salvo por motivos de gran necesidad (y este no es el caso), no es bueno trasladar sitios que ya están consagrados por una tradición de trabajo, estudio y fraternidad.

Es un poco como los templos. Donde moría un mártir, que como Jesús, expiraba por profesar la verdad, se levantaba un templo. El lugar no se elegía por motivos decorativos, ni siquiera por finalidades prácticas. Sino que se buscaban lugares significativos.  Y quedaron por siglos. Cada lugar revelador es un pequeño «ombligo del mundo», que recuerda que en ese lugar algo se originó. Por ende, uno se sigue nutriendo en dicho sitio. Creo que valió la pena que ese recinto se mantuviera tantos años. Tuvo momentos de sufrimiento y de oscuridad, pero dicho lugar se mantuvo para dar significado al patrimonio. Por lo expuesto, deseo fervientemente que la sede de la Comisión Nacional de Monumentos siga estando en su significativo lugar.